¡Plaf!

Publicación por: Fabián Bonilla

No hay plan libre de imprevistos, ni vida que pueda eludir acontecimientos que un día llegan de la forma menos esperada y ¡plaf!.. te  d e s i n f l a n.

Van a completarse 5 meses desde que me ausenté de Desorbitados ¿El motivo?: un accidente impensado. No importan los detalles acerca de ese accidente, dado que mi interés en narrar el motivo de mi ausencia está en la importancia de aquel evento como conversación con la existencia. Puesto que se trató de un accidente que no desencadenó en una muerte y, por el contrario, se convirtió en el génesis de diversas reflexiones; de desencuentros con la conformidad / comodidad y (re)encuentros con la literatura.

Se trató de un accidente que ha dado lugar a pensar la caída. Ésa que puede interpretarse como un abismo infinito en el cual se pierde toda esperanza; ésa del vértigo que anuda la garganta hasta provocar sensaciones de ahogo. Esa caída de la que habla Vladimír Holan en su poesía:

“Hay momentos de gravedad en los que sientes que has caído ya entre los que caen”[1].

O aquella (con recaídas y desalteraciones) aludida por Julio Cortázar:

“(…) hay quienes recaen al llegar a la cima de una montaña

al terminar su obra maestra

al afeitarse sin un solo tajito…”[2]

Y, por supuesto, ésa que estoy mencionando ahora; la que he experimentado tras ese accidente que se tornó desesperante y formó un eventual caos; un escenario impregnado de angustia; acompañado por una orquesta dramática con la cual deambulé una noche por la ciudad.

Cuando se experimenta la caída rodeada del drama que supone una escena catastrófica -en este caso, un accidente en el que ves a tu padre tirado en una calle luego de ser arrollado por un carro-, puede o no desencadenarse un episodio de llanto; puede que tu mente se transporte a otro lugar… a un inhóspito lugar en el que el silencio sucumbe ante la resonancia delirante de humanos reunidos en una sala de urgencias.

Cuando experimentas ese tipo de caída, el ritmo de tu cotidianidad desaparece y despiertas en otro mundo; en el mundo de los que han caído y trabajan diariamente para levantarse; en el mundo donde la caída no es un fin, sino un camino, quizá de descubrimientos o acomodamientos que no conducen a ningún lado. Para mi relato el primero: el descubrimiento de un yo desconocido que ha reafirmado, en palabras de Cortázar: «nuestra condición es la recaída y la desalteración». Una recaída con advertencia precisa:

“Entre la oscilación y la caída, si no te deslizas hacia adelante, mueres”[3]. (Olga Orozco)

Me he deslizado hacia adelante y pienso no detenerme. Menos ahora que cuento con motivos para seguir en el camino aprendiendo de la caída sin renuncia, de la caída trasmutando en desalteraciones acompañadas por mensajes que renuevan un camino personal, un camino profesional, un camino DESORBITADO.

Cierro este regreso, no sin antes agradecer a  Fuentegrís y a El Vuelo de Aderyn, por las nominaciones [4] de las que me han hecho partícipe a través de sus de sus blogs. Sin duda esas nominaciones hacen parte de los motivos para levantarse con más fuerza tras una (re)caída.

 

¡Hasta pronto!

Notas: 


 

[1] Fragmento extraído del poema titulado “Hay”

[2] Fragmento extraído del texto “Me caigo y me levanto”.

[3] Fragmento extraído del poema “Andate en tres tiempos”.

[4] 1. Blogger Recognition Awards, 2. Infinity Dreams Award y 3. Nominaciones

 

3 pensamientos en “¡Plaf!

  1. Lamento mucho el motivo de tu ausencia. Solo puedo mandarte muchos ánimos e intentar que saques las mayores cosas positivas de cada situación.

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  2. Mucho ánimo!
    Celebro tu regreso.
    La vida es frágil, y muchas veces, imprevisible.
    Vive y ama sin mesura…

    Abrazos

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