En memoria a Eduardo Galeano: sigamos delirando

Nota y selección por: Desorbitadxs

A Eduardo Galeano lo leí por primera vez, en el año 2010, con Patas Arriba: la escuela del mundo al revés. Leer este libro fue toda una revelación en aquel momento. Gracias a éste mi forma de pensar buscó nuevos caminos, confrontó hegemónicas verdades: desmintió supuestas verdades.

La primera vez que leí a Eduardo Galeano, mi pensamiento se sintió afectado (en el buen sentido) y desde ese día agradezco a este pensador por invitarnos a delirar, a soñar, a pensar en la utopía como camino en el cual podemos encontrar las distopías como aquella que, ahora en el caso colombiano, significa la posibilidad de que los jóvenes tengamos opción de decir no al servicio militar obligatorio.

Ha fallecido un gran pensador y maestro, a propósito de tal acontecimiento, sigamos delirando, pues su legado vive:

 EDUARDO

Delirar en voz alta

 

Mensaje de Eduardo Galeano para América Latina

Cartagena de Indias, Julio de 1997

Si el mundo está patas arriba y cabeza abajo ¿por qué no delirar que el mundo vuelva a estar como él quiso cuando todavía no era?

Así que se me ocurrió imaginar ese mundo posible.

Delirar, soñar en voz alta:

En las calles los automóviles serán pisados por los perros, el aire estará limpio de los venenos de las máquinas y no tendrá más contaminación que la que emana de los miedos humanos y de las humanas pasiones.

La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado,

ni será mirada por el televisor.

El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia y será tratado como la plancha o el lavarropas.

La gente trabajará para vivir en lugar de vivir para trabajar.

En ningún país irán presos los muchachos por no prestar el servicio militar; sólo irán quienes quieran hacerlo.

Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de compra.

Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las cocinen vivas.

Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos y los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas.

El mundo ya no estará en guerra contra los pobres sino contra la pobreza. La industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra por siempre jamás.

Nadie morirá de hambre porque nadie morirá de indigestión. Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura porque no habrá niños de la calle. Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero porque no habrá niños ricos.

La educación no será privilegio de quienes pueden pagarla, ni la policía será la maldición de quienes no puedan comprarla.

La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda.

Una mujer negra será presidenta del Brasil y otra mujer negra será presidenta de los Estados Unidos; una mujer india gobernará

a Guatemala y otra a Perú.

En Argentina las «Locas de la Plaza de Mayo» serán un ejemplo de salud mental porque ellas se negaron a olvidar, en el tiempo

de la amnesia obligatoria.

La Santa Madre Iglesia corregirá algunas erratas en las piedras de Moisés: El sexto mandamiento ordenará: «festejarás tu cuerpo».

El noveno que desconfía del deseo, lo declarará sagrado. La Iglesia también dictará el undécimo mandamiento que se le había olvidado al Señor: «amarás a la naturaleza de la que formas parte.»

Todos los penitentes serán celebrantes y no habrá noche que no sea vivida como si fuera la última, ni un día que no sea vivido como si fuera el primero.

Eduardo Galeano ( Uruguay, 1940 )